Paraolimpiadas Londres 2012, culto a Saturno. Las profecias de Pavarichini indicaron el lugar… no la fecha.

3 comentarios sobre “Paraolimpiadas Londres 2012, culto a Saturno. Las profecias de Pavarichini indicaron el lugar… no la fecha.

  1. Procedente del número 139 de la revista «Discovery DSalud», que nos ofrece muchos artículos interesantes, os informamos de los resultados de la investigación que ha iniciado la Dra. Almudena Ramón Cueto, consistente en regenerar la médula espinal partida, primero en roedores y después en primates, facilitando su más completa movilidad.

    Esta línea de investigación puede permitir, de ser aplicada en seres humanos, restablecer la capacidad de andar de muchas personas parapléjicas y tetrapléjicas. Y lo hace recurriendo a un recurso del propio ser afectado, la glía de sus propias células olfativas, lo cual impide que este descubrimiento sea patentable.

    Este avance contraviene la opinión formulada en su momento por el científico Santiago Ramón y Cajal, consistente en que una médula espinal partida no se puede regenerar.

    La aplicación de este descubrimiento y de otros muchos descubrimientos que armonizan ciencia y técnica con salud y ecología, generaría un avance de tal magnitud que, probablemente, eliminaríamos la explotación de unos individuos por otros, de unas clases por otras, de unas naciones por otras, y también la explotación que sufre la Naturaleza viva de nuestro planeta, por parte de la Humanidad que forma parte y depende de la anterior.

    A nivel de la entera sociedad hace falta, pues, la reconversión de todos los sectores afectados por estos avances. Esto supondría el fin de la crisis económica actual, facilitando una reducción de las jornadas de trabajo, siempre y cuando se aplique una renta básica valorada en función de la riqueza comunitaria generada. Pero debemos hacerlo sin recurrir a una guerra generalizada, pues hay el riesgo de que nos carguemos el planeta.

    Ya va siendo hora que, además de invertir en una ciencia al servicio de la salud de los seres vivos, se invierta en la aplicación práctica de sus avances, en lugar de prometer esperanzas para un futuro que nunca llega. A falta del apoyo que la Dra. Almudena Ramón Cueto y su equipo debe recibir de las autoridades públicas, la sociedad civil de los diferentes pueblos del mundo ha de presionar para la aplicación de sus resultados, dando su apoyo particular para suplir las carencias de material, presupuesto y personal, además de ayudar a hacer frente a las presiones recibidas que pretenden hacer desistir de su actividad al equipo de investigación.

    Como dijo nuestro amigo Lluís Maria Xirinacs (1932-2007) en su libro «Tercera Via», escrito en 1982 y recientemente publicado: «¡Paralítico: Si quieres, levántate y anda!».

    Podéis acceder al sitio web y, si queréis, dar vuestro apoyo al equipo investigador mediante el siguiente enlace:

    Fundación Investigación en Regeneración del Sistema Nervioso (Fundación IRSN):

    http://www.firsn.com

    Os agradecemos que compartáis esta información.

    Muchas gracias también a quien nos ha facilitado estas informaciones.

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    Discovery DSalud número 139.

    Dra. Almudena Ramón Cueto: «La médula espinal ¡puede regenerarse!».

    ¿Puede recuperarse una médula espinal gravemente dañada tras un fuerte traumatismo? ¿Es posible que parapléjicos y tetrapléjicos puedan algún día recuperar su funcionalidad? ¿Podrán dejar las camas o sillas de ruedas en las que se hallan prostrados? Según los conocimientos médicos actuales, no. Según una investigadora española, sí. De hecho ya lo ha conseguido en ratas y primates. ¿Cómo? Inyectando en la médula espinal dañada de animales células adultas obtenidas de la glía envolvente de su bulbo olfatorio –tras reproducidas in vitro– logrando así la regeneración de los nervios dañados. Y asegura que puede funcionar en el caso de los humanos. De hecho está convencida de que su método puede devolver la movilidad a decenas de miles de personas en el mundo. ¿Por qué no se la escucha?

    El sistema nervioso es similar a un complejo circuito eléctrico en el que las neuronas vendrían a ser quienes dan las órdenes y hacen tanto de «interruptores» como de «cables» formando nervios que las transmiten mediante impulsos eléctricos haciendo que funcionen órganos y músculos. De ahí que cuando las neuronas o los propios nervios se lesionan o degeneran pueda interrumpirse el circuito –y por consiguiente, el paso de la información– dejando a unos y otros sin funcionalidad. La diferencia es que en las patologías neurodegenerativas el circuito se interrumpe porque hay daño en la neurona completa –«interruptor» y «cable»– mientras en las lesiones medulares lo que se daña es sólo el «cable», el nervio que conduce la información; quedando el «interruptor» intacto pero con el «cable» roto, o sea, desconectado. Pues bien, es de este problema –de la lesión de la médula espinal– del que nos ocupamos en esta situación.

    Como se sabe la médula espinal es la zona del sistema nervioso central que se halla alojada en el conducto raquídeo y posee 31 pares de nervios que se encargan de llevar los impulsos nerviosos desde el encéfalo a los órganos y músculos de tronco, cuello y extremidades y, paralelamente, las sensaciones de éstos hasta el cerebro. Sin olvidar que también se ocupa del control de los movimientos inmediatos y vegetativos –como el acto reflejo– y los sistemas nerviosos simpático y parasimpático.

    Pues bien, en Europa hay actualmente unas ¡230.000 personas! con lesiones medulares; de hecho se producen 10.000 nuevos casos cada año. Y buena parte de ellas están en España porque en nuestro país hay ya unos 48.000 afectados, cifra que aumenta a razón de 1.200 al año. Muchas de ellas teniendo que hacer su vida en sillas de ruedas. En Estados Unidos por ejemplo se sabe que son ya 259.000 las personas que usan silla de ruedas, número que se incrementa en 15.000 al año.

    El problema empieza a ser tan grave –la Organización Mundial de la Salud (OMS) cree que en el 2020 la lesión medular estará entre las cinco primeras causas de discapacidad– que se estima entre 3, 5 y 4 millones los casos en el mundo –cifra que se incrementa al año en unas 55.000 personas– de los que el 42,6% son parapléjicos –personas con la parte inferior del cuerpo paralizada y carente de funcionalidad– y el 56,4% tetrapléjicos –es decir, con parálisis total o parcial en brazos y piernas–. En cuanto a las causas de lesión de la médula espinal el 74% se debe a fuertes traumatismos: un 43% debido a accidentes de tráfico, un 15% a accidentes laborales y un 16% a otros golpes traumáticos. Produciéndose el 56% de las lesiones entre los 16 y 30 años.

    Obviamente todo esto conlleva un enorme sufrimiento humano y un alto coste económico; según los datos del Centro Nacional de Estadísticas de Lesionados Medulares de la Universidad de Alabama (EEUU) y del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo (España) el coste medio aproximado por paciente el primer año es de 290.000 euros y 42.000 cada año posterior.

    ¿Es realmente «irreparable»?

    ¿Y realmente no hay cura? ¿Tienen razón los médicos cuando afirman que las lesiones medulares no pueden recuperarse? La inmensa mayoría de ellos así lo afirma; la doctora española Almudena Ramón Cueto, investigadora responsable de la Unidad de Regeneración Neural Científica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) –sita en el Instituto de Biomedicina de Valencia– lo desmiente. Es más, ha demostrado ya en animales que sí es posible recuperar la médula espinal dañada… si no en todos los casos al menos en muchos. Primero en ratas y luego en monos, es decir, en primates no humanos. Un extraordinario trabajo realizado gracias a la fundación Investigación en la Regeneración del Sistema Nervioso (Fundación IRSN) y al apoyo económico de instituciones como la Junta de Castilla y León así como aportaciones de particulares. Y asegura que no hay nada que impida pensar que eso mismo no sea posible conseguido en humanos.

    ¿Y cómo ha conseguido este éxito que desmiente la afirmación del neurólogo español Santiago Ramón y Cajal de que la rotura de la médula espinal no tiene cura? Pues obteniendo células adultas de la glía envolvente del bulbo olfatorio (el bulbo olfatorio o lóbulo olfativo es una zona del cerebro presente en todos los vertebrados en la cual se interpretan las aferencias sensoriales de las terminaciones nerviosas de los receptores estimulados por los olores), cultivándolas in vitro durante tres semanas e inyectándolas luego en la médula espinal dañada consiguiendo así la regeneración de los nervios. Un descubrimiento extraordinario que podría permitir devolver la movilidad a decenas de miles de personas.

    De hecho en este momento ya hay más de 60 publicaciones científicas internacionales que confirman que la glía envolvente del bulbo olfatorio permite curar las lesiones medulares y otro tipo de lesiones y patologías del sistema nervioso. Lo que supone toda una validación internacional de la eficacia del método.

    ¿Y cómo se explica tal regeneración? Pues porque el trasplante de glía envolvente del bulbo olfatorio a la médula perjudicada hace que los «cables» –los axones– crezcan y las conexiones de las neuronas dañadas ¡se recuperen! La doctora Almudena Ramón Cueto nos aseguraría que hizo esa operación en más de dos decenas de ratas parapléjicas –todas ellas con inmovilidad en las patas traseras– y en todos los casos el trasplante les permitió volver a subir rampas de hasta 90° de inclinación; es decir, completamente verticales. Obviamente quisimos hablar con ella.

    –Hemos visto su currículum y realmente es extenso pero nos gustaría que se presentase usted misma: ¿quién es Almudena Ramón Cueto y a qué se dedica en estos momentos?

    –Soy una doctora en Medicina y Cirugía que se dedica a la investigación científica con el objetivo de encontrar una terapia curativa para las personas que padecen de lesión de la médula espinal. Realizo mis investigaciones en el Instituto de Biomedicina de Valencia –perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas– donde dirijo el Laboratorio de Regeneración Neural. Y acaban de nombrarme Chair of Education en la International Association of Neurorestoratology debido a la relevancia internacional del trabajo que realizo. Esto supone que seré la responsable en dicha asociación internacional de todos los aspectos formativos y educativos dirigidos a jóvenes investigadores de todo el mundo en el campo de la reparación del sistema nervioso.

    –Tenemos entendido que usted comenzó a investigar sobre la médula espinal nada más acabar la carrera. ¿Es así? ¿Y es vocacional lo de investigar? Porque no son muchos los médicos que optan por ello…

    –Bueno, en realidad comencé mis investigaciones sobre la médula espinal tras haber estado poco más de dos años en la Universidad de California en Irvine (EEUU) –a donde fui nada más acabarla– investigando un tema relacionado. Concretamente estuve intentando purificar moléculas que pudieran eliminar la cicatriz que se forma en el lugar de la lesión cuando se produce un traumatismo en el cerebro y así promover la regeneración neural. Y si bien no puedo decir que mi labor investigadora sea vocacional es verdad que me he dedicado a ella desde el principio.

    Verá, cuando estaba en los últimos cursos de Medicina mi idea era hacer el MIR –el examen para ser Médico Interno Residente– y especializarme luego en cirugía cardiovascular: nunca había pensado en dedicarme a la investigación. Pero luego conocí a un investigador químico que hacía la tesis doctoral en el departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid con quien me casé y me marché a Estados Unidos. Él inició su etapa postdoctoral con una beca Fulbright y yo, nada más terminar mi licenciatura en Medicina, me inicié en investigación con su ayuda en el Departamento de Psicobiología de la Facultad de Ciencias Biológicas de esa universidad estadounidense.

    –¿Y por qué le atrajo el sistema nervioso central y, en concreto, la regeneración de la médula espinal?

    –Debo reconocer que cuando estudié la carrera de Medicina el sistema nervioso no era lo que más me atraía pero cuando estudié Neuropatología me llamó mucho la atención lo poco que puede hacer un médico para curar las lesiones del sistema nervioso. Se nos enseñaba a tratar síntomas pero no a ofrecer curas reales a los pacientes. Sin embargo en Estados Unidos entré en contacto con la Neurociencia y con los entresijos de la patología del sistema nervioso desde el punto de vista más básico. Fue entonces cuando me pareció que podía ser interesante aprovechar mi formación médica y microquirúrgica –ésta la adquirí en los ratos libres durante la carrera– para adentrarme en el mundo de la investigación científica de las lesiones del sistema nervioso y su regeneración. Las lesiones del sistema nervioso tienen consecuencias funcionales mayores o menores en los pacientes pero las medulares las sufren a menudo personas jóvenes con una esperanza de vida elevada que se ven abocadas a vivir en silla de ruedas de por vida y
    con tremendas complicaciones y fue eso lo que me llevó a decidirme a investigar primero este tipo de patologías.

    –Suponemos que lo conseguido habrá sido fruto de un trabajo metódico efectuado a lo largo de bastante tiempo…

    –En efecto. Y he ido publicando mis trabajos poco a poco. Voy a relacionarle de aquellos en los que hemos marcado algún hito en este campo. El primero apareció en 1992 en Neuroscience y en él describí por primera vez en el mundo que se puede obtener células de la Glía Envolvente Olfatoria (OEG por sus siglas en inglés) –no células madre sino células adultas– de los bulbos olfatorios de los mamíferos adultos; y expliqué sus propiedades. Dos años después, en 1994, publiqué en Experimental Neurology un artículo en el que –igualmente por primera vez– demostré que trasplantar glía envolvente olfatoria a la médula espinal permite promover la regeneración de axones lesionados en su interior. Posteriormente, en 1998, publiqué en Journal of Neuroscience un trabajo en el que demostraba –de nuevo por primera vez en el mundo– que el trasplante de Glía Envolvente Olfatoria de individuos adultos permite regenerar las fibras nerviosas de una médula espinal completamente dañada. Ese trabajo contribuyó ya a reconsiderar el dogma de que las lesiones severas del sistema nervioso central no se pueden reparar. Y en el 2000 publiqué en Neuron un nuevo trabajo –una vez más por primera vez– demostrando que además de regenerar las fibras nerviosas los mamíferos parapléjicos vuelven a caminar cuando su médula recibe células adultas de la Glía Envolvente Olfatoria. Algo que constituyó un hito a nivel mundial en el ámbito de las lesiones medulares pues hasta ese momento ninguna terapia había conseguido la recuperación motora y sensitiva de mamíferos parapléjicos.

    –Fue entonces cuando comenzó a trabajar en el Instituto de Biomedicina de Valencia, ¿no? ¿Por qué allí?

    –Porque se me dio la oportunidad de crear un laboratorio de regeneración neural en el que proseguir con libertad mis investigaciones y formar de paso a jóvenes investigadores en el ámbito de la reparación de lesiones medulares mediante células adultas de la glía envolvente olfatoria. El problema es que eso llevó bastante tiempo porque el instituto no tenía la infraestructura que requiere este tipo de investigación. Para que sus lectores se hagan una idea le diré que el laboratorio me lo entregaron ¡vacío! No había ni ordenadores, sólo bancadas y sillas. Y en el instituto no había ni quirófano, ni el equipamiento necesario para poder hacer operaciones quirúrgicas, ni el tipo de microscopio que requieren estos estudios, ni herramientas para hacer histología. No había nada de nada. Tuve pues que montar todo desde cero y le aseguro que costó mucho adecuar las instalaciones, buscar financiación para el proyecto, formar a los jóvenes investigadores que se fueron incorporando y, paralelamente, seguir investigando.

    Claro que yo era la única que conocía bien las técnicas pues algunas las diseñé yo misma y además los biólogos carecían de la suficiente formación en las patologías del sistema nervioso. Así que me tuve que multiplicar para poder compaginar las enseñanzas teóricas, las prácticas,la solicitud de financiación, la compra de los equipos y el montaje completo del laboratorio. Disponer de todo montado y un equipo formado llevó años de trabajo y esfuerzo.

    –¿Y se ha culminado finalmente con éxito tanto esfuerzo y trabajo?

    –Sí. Hubo que esperar unos años pero luego los hitos conseguidos por nuestro equipo fueron evidentes. En el 2007 presentamos un trabajo ante la Sociedad Americana de Neurociencia en el que demostramos –una vez más por primera vez en el mundo– que esta terapia autóloga –es decir, con células adultas de la Glía Envolvente Olfatoria extraídas del propio receptor– permite la recuperación funcional de primates no humanos ¡con lesión medular severa! Con monos, no ya con ratas.

    Al año siguiente, en el 2008, publicamos en Journal of Physiology un trabajo en el que demostramos –y de nuevo por primera vez en el mundo– que los músculos de los animales parapléjicos también se recuperan de su atrofia sufrida tras la lesión con esta terapia. Y en Brain –por supuesto por primera vez– que la combinación de entrenamiento en una cinta andadora (rehabilitación) y el trasplante de Glía Envolvente olfatoria adulta mejora notablemente la calidad del movimiento de los animales parapléjicos trasplantados.

    También ese año publicamos en la revista Glia –por primera vez– que la terapia no sólo es viable sino segura en el caso de primates no humanos y que se pueden obtener números elevados de estas células –y por tanto no es necesaria su modificación genética– del propio bulbo olfatorio del animal enfermo. Luego no se precisan ni clulas de otros individuos ni células embrionarias pudiendo obviarse así los riesgos que para la salud de los pacientes conllevan las mismas.

    Debo añadir que en los primeros trabajos de reparación de lesiones medulares los trasplantes se realizaron en la fase aguda –que es cuando normalmente todos los científicos aplican sus terapias experimentales– pero nosotros hemos demostrado que funciona también en la fase crónica, cuando el problema persiste desde hace tiempo. Así lo dimos a conocer en el 2009 en Journal of Neuropathology and Experimental Neurology demostrando –evidentemente por primera vez– que también mamíferos parapléjicos con lesión crónica ¡vuelven a caminar tras ser así tratados! Por lo que es obvio que las células adultas de la Glía Envolvente Olfatoria siguen siendo eficaces aunque haya pasado tiempo desde que se produjo la lesión.

    Un año después, en el 2010, comuniqué en Experimental Neurology las claves y condicionantes –formales y científicas– que avalan nuestra convicción de que ya estamos en disposición de aplicar en humanos esta terapia. Agregaré para finalizar este breve relato de nuestros logros que este mismo año –2011– hemos publicado en Journal of Neuroscience un artículo explicando que por primera vez en el mundo hemos conseguido en ratas usando nuestra terapia reconectar las fibras nerviosas de una médula espinal severamente dañada logrando su recuperación funcional. Explicando luego en un artículo que acompañó a éste en Experimental Neurology hace algo más de dos meses que esa reconexión funcional se puede modular como ocurre en condiciones normales.

    –Nos deja usted boquiabiertos. ¿Y qué pasos van a dar ahora?

    –Experimental Neurology me ha pedido que edite un volumen monográfico especial sobre el tema. Así que he invitado a científicos prestigiosos en este campo para que me ayuden en ese compendio de los resultados más relevantes obtenidos. Recuerdo en todo caso que nuestra terapia no sólo permite en principio reparar lesiones de la médula espinal sino también otras patologías del sistema nervioso. Espero que cuando esta entrevista aparezca en su revista ya haya sido publicado pues está previsto que salga este mes de mayo.

    –¿Qué siente en estos momentos? Porque se trata de un hito histórico…

    –Si he de serle sincera tengo una sensación agridulce. Porque he sufrido mucho ya que ha habido muchas dificultades para poder desarrollar este trabajo. Pero, dicho esto, evidentemente lo logrado me produce una enorme satisfacción por lo que puede suponer para las numerosas personas con lesiones de la médula espinal que tanto sufren hoy en el mundo. A fin de cuentas hablamos de avances importantísimos que cambian por completo el concepto de «irregenerabilidad» que se tenía del sistema nervioso y de la médula espinal y aportan una tremenda proyección clínica. Pero me entristece pensar que si se nos hubiera ayudado adecuadamente no hubiéramos tardado tanto en llegar a lograr todo esto.

    –Bueno, es de suponer que sus éxitos facilitarán ahora el camino…

    –Ojalá sea así pero aunque pueda parecer increíble las dificultades en estos momentos no solo continúan sino que se están acrecentando… ¡A pesar de la relevancia de los resultados! Y eso que somos los primeros en conseguir regenerar una médula espinal con un tratamiento autólogo –y por tanto carente de efectos secundarios negativos– y lograr la completa recuperación funcional.

    –¿Podemos saber quiénes han financiado su trabajo durante tantos años?

    –El trabajo en el que conseguimos por primera vez que ratas parapléjicas recuperasen la movilidad y la regeneración de axones en sus médulas espinales y publicamos en el 2000 íntegramente fue financiado íntegramente por el padre de una persona con lesión medular. Después obtuve mi plaza en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y conseguí financiación pública del 2002 al 2005 que se suplementó con la contribución altruista de varias personas con lesión de médula espinal –así como de amigos y familiares– canalizada a través de la fundación Investigación en la Regeneración del Sistema Nervioso (Fundación IRSN). Esta fundación lleva financiando mis investigaciones desde el año 2002 y, afortunadamente, continúa haciéndolo en la actualidad. De hecho de no haber sido por ella no habríamos llegado a donde estamos ahora y seguramente mi laboratorio ya no existiría. Y digo esto porque desde el año 2006 hasta enero de 2011 no nos han concedido ninguna financiación pública española a pesar de haberla solicitado. Sin embargo la hemos obtenido del Gobierno estadounidense a través de la convocatoria de proyectos públicos competitivos que hace su Sistema Nacional de Salud (NlH); eso nos ha estado financiando cuatro años. Normalmente el NIH sólo financia «extramuros» laboratorios que hacen investigación vanguardista que no se hace en ese país así que se da la paradoja de que teníamos tal consideración por parte de los responsables sanitarios de Estados Unidos mientras en España se nos negaba toda ayuda. Fue de hecho la Fundación IRSN la que gestionó esa subvención además de aportar la suya propia por lo que de no haber sido por ella habría tenido que dejar mis investigaciones en el 2006. La primera ayuda desde entonces acaba de llegarnos: 30.000 euros para el año 2011 y una beca para que una licenciada haga la tesis doctoral conmigo.

    –Una última pregunta que sin duda estará en la mente de todos nuestros lectores: ¿cuándo se plantean probar la terapia en humanos?

    –Nuestra terapia cumple todos los criterios preclínicos y experimentales de seguridad y eficacia que la comunidad científica y los organismos internacionales exigen para la aplicación de cualquier terapia experimental; y, por tanto, en este caso no debería haber problemas para poder aplicada ya en personas con lesión medular. La terapia cumple los llamados criterios ICCP (International Campaign for the Cure of Paralysis) (véase el texto en http://www.icord.org/ICCP). Por tanto, desde el punto de vista científico se puede probar ya en humanos. Y desde el punto de vista práctico añadiré que esas mismas directrices establecen que cualquier terapia experimental que se aplique en humanos debe ser gratuita para los pacientes. Así que en estos momentos la misma fundación que lleva financiando nuestras investigaciones desde hace años y ha contribuido a que estemos donde estamos –la IRSN– desea dar ese salto y está buscando ya fondos para poder aplicarla cuanto antes en humanos.

    Terminamos. ¿Es o no inconcebible lo que pasa en España? ¿Cómo puede estar esta investigadora española buscando fondos en lugar de recibidos de inmediato del Gobierno español dada la trascendencia de su descubrimiento? Es evidente que los afectados por lesión medular de todo el mundo se van a hacer la misma pregunta. Y no con la misma calma…

    Dr. Miguel Jara.

    Sitio web de la Fundación Investigación en Regeneración del Sistema Nervioso (Fundación IRSN):

    http://www.firsn.com

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  2. osea q todos los » indicios iluminatti » duante los juegos olimpicos de londres ( me los crei jajaja que tarado ) era mentira …la posta pasa en los paraolimpicos y parravicini tenia razon ?? ajuuja ahora ya no me agarran ya nadie cree en estto ( o capas es como en los simpsons y cuando nadie cree se acaba el mundo )

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